Dios es generoso y por eso nos llama a serlo también. Lo que hacemos con lo que Dios nos ha dado muestra al mundo dónde está nuestro corazón y ayuda a proclamar el evangelio. Nuestra generosidad debe reflejar la generosidad de Dios hacia nosotros. "La gente generosa planea hacer lo que es generoso, y se mantienen firmes en su generosidad". (Isaías 32:8 NTV)